Historia Natural, por Jimena Ferreiro. 2022/2023

La modernidad administró los saberes sobre el mundo bajo un sistema de jerarquías donde las ciencias de base eran las responsables de elaborar el conocimiento original, configurando un campo profesional que ostentaba el máximo nivel de abstracción, especulación teórica y especialización. El saber enmascaraba el poder, y viceversa, y bajo su gobierno, el dominio secreto de las cosas se volvía inteligible gracias a la fe en la capacidad de probar, comprender y reproducir sus lógicas.
En esta división instrumental, las exposiciones asumieron la tarea más modesta de presentación y divulgación del conocimiento, cualquiera fuera su ámbito y procedencia, a la vez que expresaron el síntoma del consumo cultural burgués y la búsqueda de ocio con aires de sofisticación. A la jerarquización del saber científico se sumaría la configuración del arte de élite en oposición a las prácticas de extracción popular, configurando un ecosistema de ideas que se resquebrajó inevitablemente con la caída de la modernidad.
Las nuevas coordenadas epocales habilitaron prácticas culturales que revelaron la falsa antinomia entre investigación, producción, presentación y distribución de los saberes que habían operado durante la modernidad a partir del principio de selección y exclusión. El efecto al interior del sistema del arte contemporáneo transformó a las ciencias en un insumo más para producir arte, así como todo lo existente en el campo expandido hasta volverlo pura materialidad. Un recurso para echar mano sin el marco de las tradiciones disciplinares, retomando incluso el procedimiento científico, pero sin el control protocolar de las ciencias.
El espacio de la exhibición también dejó de ser exclusivamente un recipiente para alojar procesos artísticos y cuestionar el sentido de transmisión de la información. Los dispositivos del arte contemporáneo apuntaron contra el principio de neutralidad y objetividad, asumiendo que el pensamiento es siempre situado y contingente.
Con estas ideas en la cabeza, junto con Mariana López y Paula Massarutti, ensayamos Historia natural, buscando acercar sus procesos de investigación en un espacio común, para hacer visibles sus indagaciones y reflexiones sobre la episteme científica, el trabajo artístico, y los cruces entre ambos campos disciplinares post-autónomos.
Mariana López y Paula Massarutti desarrollan sus proyectos en contextos ligados a las ciencias exactas y naturales a través de intuiciones, ficciones académicas y crónicas literarias que toman forma en piezas audiovisuales, objetos, ediciones, collages, escritos y pinturas. Se infiltran en el mundo científico sin el bagaje de especialistas, y logran alianzas, acuerdos y tramas afectivas de confianza y transformación. Se apropian del discurso museográfico para inventar nuevas taxonomías donde las palabras se entremezclan, las imágenes flotan, los escenarios se fusionan, los sonidos reconfiguran paisajes y la materia expresa estados indeterminados que sólo pueden revelar la experiencia sensible y el contacto sin plan premeditado
Estoy segura de que el universo de obras que articulan Paula Massarutti y Mariana López por medio del desvío, el absurdo y la fuga poética, son un método eficaz para comprender sensiblemente el mundo y sus fenómenos inasibles: hablo de “lo viviente” que palpita en el corazón de la materia.

Jimena Ferreiro. Entre La Plata y Buenos Aires. Verano 2022 / 2023