Muestra El miedo al abrir con la mano el ojo de mi padre durmiendo la siesta, por Mariana López, 2009.
Viendo a mi obra como un todo, estoy interesada en el caos, el orden, la lógica y el azar y los modos en los que estos registros se relacionan.
Estas preocupaciones me llevan a apropiarme y remixar imágenes en circulación -generalmente fotos-, y traducirlas a mi retorcido y particular punto de vista. Mezclo diferentes registros históricos y culturales superponiéndolos de nuevas maneras.
Mi trabajo ha estado obsesivamente preocupado por los detalles; me sumerjo en las imágenes -o fragmentos de las mismas- que reproduzco.
Esta obsesión supone necesariamente alterar estas fuentes, como lo hace la combinación posterior que yo realizo. Por lo tanto la lógica (cualquier lógica) que se puede esperar que guíe esta análisis clínico está perdida...una suerte de mecanismo científico vuelto loco!
En mi obra más reciente, en la que trabajo con sogas anudadas, me veo a mi misma arrancada de la imagen, en una suerte de movimiento hacia el interior. Por supuesto esta no fue una decisión consciente. Si mi obra anterior estaba basada en combinar y deformar imagenes halladas, los trabajos más nuevos dejan la imagen discernible detrás y, de alguna manera, aplican la misma atención obsesiva al acto de ver. De esta manera el impulso de pintar queda totalmente desatado. Tengo la impresión de encontrarme en una encrucijada; ese es el término adecuado: no es una rotura radical ya que todas mis preocupaciones están todavía vigentes, pero sí es un giro dramático.
Significativamente la imagen en la pintura que mejor demuestra esta nueva tendencia es una suerte de nudo: esto tiene sentido ya que el nudo es una metáfora de la mente. Pero no se trata de un puro nudo: ¿Qué es ese cinturón de goma en la parte de arriba a la izquierda del bastidor?
Esta expulsión del mundo exterior no representa pureza u orden sino nuevos términos para los polos que me han preocupado por un tiempo.