En primer lugar se llenará de objetos pintados en óleo sobre tela, retazos y cuadros el espacio.
El público a través de un brazo mecánico alzará los objetos de a uno y los irá cambiando de lugar. Algunos ejemplos de estos objetos serían más triviales, como por ejemplo paraguas, cds, canastos, latas de pintura. Algunos pueden asociarse directamente con mercaderías que comercian miembros de grupos inmigratorios actuales en Buenos Aires, como por ejemplo los senegaleses en el barrio de Once. Es probable que la pala baje a recoger los objetos y no pueda recoger nada en ese sector. En ese caso volverá a subir vacía. Veo en esa oscilación entre el lleno y el vacío de la pala una tensión que puede relacionarse con la inmigración como traslado de objetos no únicamente materiales sino también simbólicos de un espacio a otro. De alguna manera este traslado continuo puede vincularse también con el desarrollo de un hábito en algunos miembros de grupos inmigratorios contemporáneos que por una cuestión de supervivencia ponen en práctica un tráfico permanente de los pequeños objetos que comercian en espacios públicos como plazas, veredas, estaciones de tren, etc. La pala puede ser vista también con un mecanismo análogo a los poderes que operan impulsando el desplazamiento y el desarraigo. Me interesa en definitiva explorar a través de una obra concebida para un sitio específico, como la Usina del Arte, las connotaciones políticas y vitales relacionadas con el movimiento y con el traslado. Al mismo tiempo proyecto esta obra como una reflexión sobre la pintura no tanto como representación sino como una fantasmagoría, no ya en relación con el objeto constituido sino más bien en su relación con el espacio. Se trata del objeto y la imagen como sobrevivientes de los procesos de movimiento de grupos humanos. El objeto así es una metonimia de lo humano, es decir, no es una metáfora del objeto que representa, sino que está en continuidad con los cuerpos y sus desplazamientos.