Obra completa
Obra completa, por Guadalupe Creche
Avanzar, retroceder o permanecer quietx son las tres acciones posibles para el espectadorx que visita Obra completa, la instalación de Mariana López en la Fundación Klemm. Bajo estas restricciones, para ingresar a la muestra es necesario subir dos escalones que conectan con un muelle de madera elevado a setenta centímetros del piso. Este muelle, un dispositivo escénico de exhibición y comunicación, divide la sala en dos partes y nos obliga a realizar un recorrido lineal: transitar el muelle es la única forma de estar en la muestra. Alrededor (donde podría estar el agua), están las obras: un centenar de esculturas de lienzo pintadas con óleo, muchas de las cuales integraron muestras anteriores de Mariana.

El muelle impone una separación estructural entre el espectadorx y las obras, limitando la experiencia de recorrido y señalando así una condición intrínseca a toda posición de contemplación en un museo: la distancia.

La producción de Mariana, tanto visual como de escritura, construye una perspectiva crítica de los conceptos del modernismo, de ciertos relatos de la historia política y de las instituciones del arte, muchas veces esta perspectiva resulta ambigua, en tanto que abre múltiples interpretaciones (¿cómo se recorre una instalación? ¿Cómo se arma un museo? ¿Cómo son los dispositivos de exhibición? ¿Qué es lo que se exhibe?). Esta perspectiva no busca la brillantez ni se vale únicamente de la pura intelectualidad, sino que nos enfrenta a un trabajo pictórico y artesanal, compuesto de pinturas presentadas como esculturas de lienzo autoportantes que, para mostrarse, parecen no necesitar más dispositivo que el suelo.

La pirueta

Obra completa exhibe las pinturas que Mariana viene realizando a lo largo de los últimos años. En este sentido, reviste un carácter retrospectivo, pero lo hace de modo singular: puesto que, en lugar de ordenar, desordena.
Amontona las obras. Ese desorden desvirtúa la función tradicional de las retrospectivas, en una pirueta crítica de las prácticas institucionales del arte y del modo en que construyen relatos en relación al artista y el desarrollo de su obra a lo largo del tiempo. Esa pirueta, generadora de desorden, se expresa también en el uso de los materiales: los lienzos se convierten en materia prima para las esculturas. (Los lienzos no están embastados, y no es su representatividad lo que prima.)

Las esculturas de lienzo y óleo rodean el muelle, acumuladas hacia los lados y al frente; una cantidad indeterminada de piezas disímiles, algunas muy pequeñas como las réplicas de biromes, otras muy grandes como telones cubren el espacio junto a sifones, vasos, tachos de pintura, juguetes, reproducciones de cuadros famosos, libros infantiles, CDs. Sin una organización jerárquica entre ellas, las piezas provienen tanto de investigaciones de su trabajo reciente como de muestras anteriores. En Obra completa, Mariana parece incluir todas las esculturas de lienzo que ha realizado en los últimos trece años y, sin buscar la novedad ni un hito para la exposición, construye esta obra completa acumulando, lo que proyecta preguntas sobre el paso del tiempo: ¿cuánta obra produce una artista a lo largo de su vida? ¿Qué provoca toda esta obra acumulada? ¿A dónde va a parar? ¿Qué valor tiene?

El óleo sobre lienzo, lejos de presentarse como material perdurable, noble e importante, opera en esta instalación como el plástico en las sociedades de consumo contemporáneas: se acumula en los márgenes, se gasta, pierde su forma, se asemeja a la idea de desperdicio y degradación.

Las esculturas de lienzo se enciman, se muestran por partes, cubren bultos, arman una paleta de tonalidades de óleo, como plástico en un basural tapan totalmente el piso: la imagen evoca un basural en el Riachuelo, algún punto del Río de la Plata o el depósito de un museo. La instalación propone una poética desdichada vinculada al desecho, trazando relaciones, señalando semejanzas, instalando preguntas entre el consumo masivo y la producción artística contemporánea.

Un muelle de madera

En su obra Marulho (2007), Cildo Meireles presenta un gran muelle de madera frente al mar, una plataforma elevada desde la que se puede contemplar un mar creado por el efecto óptico de 17.000 libros abiertos, de cubiertas azules. Mariana recoge de allí el dispositivo del muelle como espacio de contemplación; no evoca al mar ni al agua, construye un sentido completamente nuevo para aquello que desde el muelle se observa: su Obra completa desechada como basura en el suelo. La instalación nos confronta con preguntas acerca del consumo del que somos parte y el valor del objeto artístico contemporáneo: ¿cómo funciona una muestra retrospectiva en relación al valor de la obra en el sistema del arte? ¿Cuál es el destino de toda esta obra completa?

La basura, que en el río y en la calle impediría la circulación, en la sala nos prepara para observar. En la obra de Mariana, aparece como condición primigenia, que hace posible la emergencia de la obra: la realización artesanal de cada una de estas piezas es la consecución de la obra completa.

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Si el término obra completa designa la reunión de la totalidad de las obras de un autorx -algo cerrado, un recorrido que terminó-, Mariana lo expande, lo despliega y lo desordena para incluir en ese concepto, más bien literario, la experiencia misma de la creación -porque lxs artistas no son quienes se encargan de reunir su propia obra completa-.

Allí donde las obras fueron arrojadas al suelo, allí donde se dirige la mirada del espectador, allí donde la imagen se sedimenta, surgen las preguntas: “¿Puedo liberarme de la obra? ¿Puede la obra liberarse de mí? Hasta aquí he sido artista, ¿y, ahora, qué…?”.

Guadalupe Creche, Salta, 31 de julio 2024